Y lanzarme al vacío
poquito a poquito.
Así tan despacito
al contrario
de como hice contigo.
Ponerme faldas.
Y mil vestidos,
de aquellos bonitos.
Esos de colores nunca vistos,
de estampados risueños y divinos.
Y maquillarme:
los labios de un rojo brillante,
de negro los ojos perfilarme,
de mil sombras adornarme.
Y ponerme tacones:
de esos abandonados por los rincones,
de los que me hacen daño en los talones,
de estos que dificultan mi subida de escalones,
de aquellos con los que rompía corazones.
Y salir así
pintada y arreglada para mí,
para provocar sus risas, su frenesí.
Y para abrir su anonadada boca, para todo ello: sí.