"Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento."

Rubén Darío.

miércoles, 13 de julio de 2011

206.

Y me pillé,
He de confesarlo: por él.

Por un ser maravilloso
Que me daba abrazos de oso
Y cantaba animoso
Canciones de Disney a su antojo. 
Y salía a mi lado en las fotos.

Un ser sin vocación.
Sincero pero no atroz.
Que me rozaba buscando calor
Y aparecía de mi cerca, cerca de mi olor.

Alguien que entendía mi mirada
Desde la otra esquina de la sala.
Y constantemente hablaba
De mi carrera con mis caras.
Hasta era bueno jugando al pasacartas
Donde siempre, me dejaba hacer trampas.
Y cuando se reía, lo hacía con gracia.

Ese chico de madurez absoluta
De calma y paciencia duras.

Que conmigo jugaba
Con las manos entrenadas
A ese juego, donde me ganaba.
Tenía alma de niño, sí, tenía alma
Pero conseguía derretirme y dejarme anonadada
Con su madurez por mí: admirada.

Era un fiel compañero
En todos mis juegos
Y me miraba, desde lejos
Cuando creía que no le estaba viendo.
Me daba abrazos, le contaba secretos.
Hablábamos en otro idioma, de sueños...
Y jamás, jamás bajábamos al mundanal suelo.
Estábamos allá, en el mundo de nubes y cielos
Del que sólo bajamos cuando nos despedimos sin consuelo:
Él me pasó el hombro, mis brazos le rodearon luego.
Y supe, no me preguntes cómo lo averigüé en ese momento:
lo mucho que estaría entre mis recuerdos.

Me dejé claro a mí misma
Que le esperaría.
Que aunque el tiempo
Pasara, todavía
El tiempo seguía
Sí, seguía siendo todavía nuestro.

Me hizo feliz,
Y fue así
Como me despedí.

Agradeciendo
El beso que nunca rozó mis labios.
El abrazo que me cubriría consiguiendo
Mi calma y sus reparos.

Me hizo feliz
Y hoy no sé si lo supo él, si lo intuyó… si
Ni si quiera sabe que le escribo así.
Escribo para él, para ti
Para agradecerle que me hizo, me hizo feliz.