Aquí tienes todo lo que deseaste:
tu tierra prometida, tu santo grial…
Te lo entregó el destino
y te lo arrebataron tus actos.
¿Lo ves? Lo tuviste y lo has tenido delante de tus ojos
durante todo este tiempo.
Pero ni el mayor cofre repleto de oro,
ni las mejores joyas bastarían para comprar tu suerte.
Resulta que ya nada te alcanza
ni te alcanzará
a poseerlo de nuevo,
a ser el dueño
de todos aquellos deseos
ocultos que tuviste, has tenido y tienes…
Es demasiado, lo es todo y a la vez es nada.