Tal es el ambiente febril
que hoy se ha decidido a embaucarme
Que observo, sorprendida
De mi propia distancia,
La realidad pueril
Que vino a buscarme.
Puede que me falte
Algo de ese extraño aire
con que me envolvías al instante.
Puede que haya arruinado
Con mi sinceridad, todos los daños
Que juntos hemos pasado.
Mas no creo,
Desde luego
Que sea eso.
Y ahora recuerdo,
Ya sin anhelos de por medio
Cuando tus brazos rodeaban mi cuerpo.
Y mil paseos,
Aparecen caminando
entre tus brazos
en medio de una nube melancólica
que se desplaza hacia un futuro extraño.
Con mil bebidas no alcohólicas
Que adormecernos no han probado.
Ya no siento la tristeza
Que me embriagaba,
Que me esposaba
Contra una pared cuya dureza
No soportaba.
Los amaneceres no me devoran.
No consiguen arruinar la plácida hora
En que tu nombre se evapora.
Se evapora como el agua de una gota
Que lentamente tiende a una tormenta
Para deshojar su olor a menta.
Una tormenta, desde luego muy bella.
Plagada de rayos y soportales
Donde el amor se alimenta
De las almas tales
Que amándose en la corteza
De un árbol haya
A manos de una navaja.
Se acabó el mundo.
Sólo quedan pisadas de vagabundo.