Que entierren mis huesos en la arena,
Que dejen a las olas
Jugar plácidamente con la marea.
Que todas tus lágrimas
Se marchen hacia el mar
En donde se encuentren áridas.
Que los recuerdos permanezcan
Durante tanto tiempo
Que ni el clamor de los vientos:
Lo perezca.
Que tu dulce voz no pronuncie mi nombre
Sino que cante de nuevo
Al inmenso cielo
Perceptible para todos los hombres.