Tres días, tan sólo tres días.
No vamos a saber de nadie.
Y dicho de otra manera:
no voy a saber de ti.
Respiraremos puro aire.
Volveremos a las heladerías
y a los sabores de cuando era niña,
a los atardeceres y a las brisas,
a respirar... sin ninguna prisa.
Tres días con alguna estrella
que me acompañe en mis decisiones.
Tres para pensar en mi vida,
para saber qué hacer con ella
y averiguar si ando perdida.
Cerciorarme de si estoy lista
para por siempre: compartirla.
Tres días de soledad infinita
donde sentirme al fin bella
y sin ataduras ni compañías.