- ¿Cómo saber a ciencia cierta cuando te has equivocado?
- Cuando estás plenamente convencido de que has fallado.
Si dudas, entonces, puede que no te hayas equivocado.
Y así se resolvió el misterio.
Gracias. Me has devuelto
la ilusión en tres encuentros.
Sólo tres han bastado
para resucitar aquello
que durante un largo
y espeso tiempo
creí enterrado y muerto.
Y te vas, como viniste.
Sin daño, lentamente hacia los tonos grises.
Conversaciones, mensajes de madrugada,
preguntas filosóficas pero sobre todo respuestas.
Hacía mucho tiempo que no encontraba
nadie capaz de responderlas y más aún,
que me topara con un ser cuyas respuestas
me convencieran.
Y comencé a hablar de ti, sin darme cuenta.
Te fui haciendo un hueco en mi vida
cuando al principio no eras más que esa persona
que me hablaba y contaba cosas.
Poco a poco. O en tus propias palabras:
“Despacito y con buena letra”.
Buenas noches caballero. Buenos días princesa.
De ilusión se cargaron nuestras palabras,
de palabras se llenaron nuestros sueños.
Y luego, llegó ese momento.
Donde cruzamos la línea.
Ese sábado, empezamos a mirarnos más allá de vernos.
Y nos observamos como hemos seguido haciendo,
cada milímetro, cada gesto.
Tú has sido el ser que me ha llenado
de calor en este frío invierno.
Acá donde el olvido intenta invadir los recuerdos.
El héroe, que me ha salvado
de cualquier posible infierno.
El hombre que me ha traído a casa,
que ha curado mis heridas pasadas,
que me ha cogido la mano cuando más gélida estaba
y la ha besado, que me ha acurrucado entre sus brazos…
Me ha besado en los labios nada más verme.
Dos horas se ha pasado callado y mirándome entre tinieblas,
donde nadie nos veía, donde nadie nos buscaba.
Ha cenado, bañado en el mar, se ha montado en columpios…
todo ello conmigo porque simplemente él es genial.
Porque nos parecemos en algunas pequeñas cosas
o porque querría mi sonrisa provocar.
Se pone nervioso cuando le miro y me río.
Quien me lanza miradas desde su picardía
y de improviso me besa con toda la fuerza de la vida.
Responde a mis flores, aviones, caritas…
Me dice guapa cuando anochece.
Me acoge todas las veces
entre sus brazos y me suelta pronto.
Es delicado y tierno aunque sabe chincharme
y hacerme de rabiar.
La madurez le acompaña, su paso
es firme y tiene sus ideales claros.
Gana batallas porque es fuerte,
porque lucha con ganas.
Es tenaz y constante. Incluso valiente.
Él es él y hoy me alejo, espero
que no para siempre. No por miedo
sino porque falta mucho por construir
y ahora mismo no sé si
él no sé si yo… no sé.
Mañana será otro día.
Tengo ilusión en que se quede todavía.
Pero me ha cogido la mano
para sacarme de las tinieblas que me envolvían
que no me dejaban ver, lo que había
al otro lado de esa vida.
Y hoy le doy las gracias
por esa maravilla.
Por nada más, por nada menos.
Por nada, por todo. Por ello.
Por ser el fármaco perfecto
para mi corazón perecedero.