Esta noche tu recuerdo se coló entre mis sábanas.
Me acarició el pelo, con una delicadeza soñada.
Cogió mi mano, con el respeto que quedaba.
Y la besó como nunca hizo en la realidad pasada.
Estabas.
Tal y como yo te recordaba.
Guapo. Más de lo que imaginaba.
Y tu mano rodeó mi cintura como en las tardes antañas.
Me apretaste muy fuerte contra tu pecho,
Y te confesé que tenía mucho miedo.
Miedo porque no eras tú quien me había arropado en invierno.
Porque no eras tú. Porque todo era distinto por completo.
Miedo porque me encontraba perdida ante lo ajeno.
Ahora, llegaban las consecuencias de mis hechos.
Todo era diferente. Ni mejor ni peor. Tremendamente nuevo.
Había una unión extraña entre los cuerpos.
Y no sabía qué hacer. No quería soltarme ya que viniste.
Tú me cogiste la mano. La apretaste fuerte y me dijiste
una frase que cambió todo: sé que eres valiente, no estés triste.
"¿Y si no es él?" Fue todo lo que te pregunté. Tú sólo sonreíste.