"Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento."

Rubén Darío.

martes, 1 de noviembre de 2011

8 de Septiembre. Lucentum.

Quién sabe, quizá podamos convertir este escrito
en un auténtico manuscrito
que conservar con el paso de los años o los siglos.
¿Te imaginas que alguien
doscientos años más tarde
cuando tú y yo estemos compartiendo
un suelo
en diferentes cementerios
lo valora por un segundo como una reliquia?

Escribo a pluma,
mi caligrafía es menos tensa, menos precisa.
Tiene una elegancia desconocida.
Las letras se tumban lentamente,
unas sobre otras, formando líneas continuas.
La pluma es azul, agua mar.
Verdaderamente bonita.
La compré ayer en un centro comercial
cuando todavía era de día. 
“Escribe con el corazón”
era lo que su anuncio decía,
así que espero no sea sólo cuestión de cuantía.
¡Ojalá pudiera escribir mi corazón
las palabras del alma mía!

La pluma me transporta al siglo diecinueve,
con una modernidad para ellos, indefinida.
Sin embargo,
hace muchos años
mojaban las plumas en la propia tinta
y escribían con ellas algunas de las obras
que leo en nuestros días
que conservan, a través de la pluma la morriña
de la antigüedad perdida.
Y como pluma me hace más libre.
Se mueve rápida y dibuja palabras bellas.
Tienen más pose, más elegancia.
Recuerdan más a la poesía.
No pretendo hacer de la pluma teorías.
 Así que volveré al asunto de esta carta mía.
 Una ilusión me persigue
cuando por la ventana entra el frío otoñal
en este mes de septiembre
más veraniego por las fechas
que el propio verano.
Me atrae ciertamente.
Está siendo,
sin ni siquiera saberlo,
una ilusión que derrite las corazas del hielo.
Él llega y me habla
de cualquier asunto sin importancia,
sin precisar fechas, sin buscar nada.
Y de esa forma: guarda la calma.
Es claro, directo.
Tiene cara de niño bueno.
¿Es que acaso yo no la tengo?
Me ilusiono sola.
A veces me canso
de esta ilusión loca
sobre todo cuando él me abandona
o cuando aparece y se marcha sin demora.
Pero otras…
tengo ganas de abrazarlo
aunque nunca lo haya hecho
aunque puede que nunca llegue a hacerlo
mas imagino sus brazos rodeando mi cuerpo. 
Le imagino calmado sin estar tenso
y sé que es imposible lo nuestro.
Porque me verá como una niña o eso pienso,
que para él no seré más que un dulce entretenimiento,
para su boca tan sólo un caramelo
y no llegaré a formar parte de sus sueños.

Me paro pero ya no tiemblo.
¿Y qué si no es amor verdadero?
Da igual mi ilusión es fuerte
va a dejarle que él intente conocerme
y si quiere,
que me conozca más allá del presente.
Hay algo en mí
que me impulsa a confiar en él
y sé muy ingenuamente
que si quisiera verme
le vería
porque me tiene
esperando, ilusionada como una niña
y sé también
que si no lo dijera
seguiría con mi vida
y lograría gustosamente: ser su amiga.