"Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento."

Rubén Darío.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Sí.

Su vida quedó reducida a eso:
la eterna huida. Del amor andaba huyendo.
Y él se empeñaba en encontrarla,
en cada nube, en cada beso.
Pero no podía agarrarla.
Sus manos calientes estaban en invierno.
Cuando más se despistaba
Su mirada se cruzaba con otra,
Su piel se estremecía al rozarla
Cuando algún ser o persona
Lograba habitarla. Mas sin demora,
Ella se marchaba.
Ella huía y huía. Al amor daba
La fría y cruel espalda,
De la hora marchita,
De la almohada mojada.
Albergue de besos,
Cementerio de sueños…
Con eso sobrevivía cuando en su cuerpo
Nadie esperaba un mañana ni descanso.
Nada duradero ni perecedero.

Los amantes que tuvo
Siempre en silencio
Se habían acercado a ella
A través del glorioso muro
Donde pájaros y aves sólo emitían susurros.

El invierno andaba con paso lento.
Las calles disfrutaban de su olor,
De cada uno de sus cuentos.
Las hojas se habían caído
Hacía por lo menos:
Más de siglo y medio.
Y se mantenía quieto.
Congelando a los amantes que acaban muriendo.
Al amor clamaron las lápidas,
Los rosales enegrecidos,
Las desesperadas esperanzas.

Él se vistió, para una gran gala.
Se dirigió a ella
Una noche en la profunda madrugada.

Ella intentó esquivarle,
Fuera como fuera: refugiarse.
Escapar para siempre del causante
De sus pasados males.

Mas el amor…
El amor jugar al amor sabe.
Le hizo frente en la esquina de una calle.
Mientras ella, sólo pudo callarse.
Su pulso era un tímpano
De corazones ajenos,
Su voz era la vista
De sentimientos no sinceros.
Pero su alma,
Clamaba.
Cantaba alegre al alba.
Cuando ella dormía.
Cuando ella no la escuchaba.

Rompiendo con su gélida voz el momento
Le dijo al amor: “Disculpa. Ya nos vemos luego.”
Él callado, no se movió
Ni un ápice del lugar en que sus pies
Estaban sosteniendo el suelo.
Su aura era tenue
Provocaba los grandes milagros.
Sacaba a la luz lo mejor
De aquellos locos que creían en el amor,
De esos que estaban enamorados.

Él habló ante el silencio buscado
Y le dijo: “Por mucho que me rehúyas,
Siempre te estaré buscando
Y no podrás evitarme.
Si mis deseos lo hacen,
Tú caerás. Caerás mientras ames.
Puedes estar triste o enfadada,
Dolida, melancólica, desilusionada,
Refugiada, sonriendo, callada…
Dará igual.
Tu alma se elevará.
Volverás a los cielos, a los infiernos, a la nada,
A ese instante donde lo eterno es sincero.
Y todavía, no ha llegado tu momento.”

A lo que ella rebelándose;
A sí misma amándose
Cual Troya la noche de Eneas, liberándose
Muriendo y apagándose
Sólo respondió:
“No, Amor. Ya no.”

El Amor la miró de nuevo
Convencido de sus palabras:
“Por mucho que estés refugiada
Vendrá alguien a encender el fuego
Y la llama que te molestas en mantener apagada.
Tal vez hoy, mañana,
En meses, en años, en días o en semanas.
Pero vendré a buscarte
Como la muerte errante
Y tú tendrás que estar preparada
¡Cúrate! Ten paciencia o arte.
¡Ámame u ódiame!
Pero vendré a encontrarte”.

Su sombra se mezcló
Con el viento. Y el Amor salió
Del invierno, tan puro y fresco,
Demostrando que escondido
No se hallaba muriendo.
Dándole esperanzas a ella,
Que sólo era:
Un cuerpo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

No.


 Y si… ¿Volvemos?
¿Y si dejamos
atrás todo aquello
y nos dedicamos
simplemente a querernos?

Y si nos reencontramos
con quienes fuimos,
con aquellos…
¿Qué les diríamos, que nos rendimos,
que tomamos caminos distintos?

Y si regresamos
al parque del olvido
y nos pregunta por el pasado
¿Le diremos acaso
que no lo vivimos?

¿Y si nos encuentra el amor
allá donde nos conocimos?
¿Y si nos embriaga
un mañana indeciso?

Entonces, amor. Amor mío.
Tendremos que reunirnos
Más allá de la muerte, más allá del olvido
Allá donde el presente
sea un futuro sin ti, mas contigo siempre
caminando hacia lo no vivido.
Agarra fuerte mi mano,
siempre estaré a tu lado
por el árbol,
por el parque, por el ocaso...
Por las palabras que dijimos,
por los sueños que tuvimos...
Porque hoy sólo queda lo lindo.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Balance de otoño.

No sé qué me pasa
‘Antes’ me consideraba
Mejor persona.
Escuchaba más.
Hablaba menos.
Tenía cierta estabilidad emocional.
Prestaba más dedicación a las personas
Y menos a los sueños.
No digo que ahora no la preste
Digo que lo hacía si cabe más.
‘Antes’ no guardaba tantos silencios
Y no tenía una ilusión potente
Sino que eras tú mi ilusión.

Luego vino la carrera, la universidad…
Todo fue cambiando pasé
Poco a poco a pensar
En ti diez minutos al día
Y las nueve horas restantes
En otras muy diversas cosas:
Carrera, proyectos, planes, findes…
Mi ilusión se multiplicó
En efímeros caprichos repentinos amorosos
Y me olvidé por completo
De lo que era pasarse enteras las diez horas,
Que como antes en ti, pensaba en una sola persona.

Comencé a borrar
tu nombre de mi cabeza
y llené mi mente de planes.
Hice cursos,
Volví a otro tipo de lugares.
Empecé de nuevo a evadirme,
A alejarme a ese lugar
Donde pocos pueden alcanzarme.
Me centré en mi carrera
(mi siempre amada y apasionada ilusión)
En compartir tiempo con mis amistades
(a las que reducí espacios sin quererlo)
Y me emprendí a hacer cosas
Que siempre quise hacer.
Me volví dueña de mi vida
Como hasta entonces nunca lo había sido,
Saliendo del plural nosotros
Para retroceder al singular.
Me olvidé de las sorpresas,
De los detalles,
de aquellas frases,
incluso de escribir alguna tarde.

Y justo cuando pensaba
que había alcanzado muchas metas.
Llegó él.
Sí, vino a mi vida para que
En una noche de luna llena
Me diese cuenta de que podía dejarte
Machar pero no quería ni debía dejarme
A mí misma.
Y consiguió ilusionarme.
En ese instante,
Comencé a pronunciar su nombre
A rectificar en los errores
Y a darme cuenta de que la cima
No vale sin amor, sin ilusiones.

¡Levántate y sueña!

¡Lévantate y sueña!
Porque estás preciosa
Cinco minutos antes
de meterte en la cama,
Cuando caminas a tientas
Con el pelo por la cara.
Tan natural, tan tú, tan bella…

¡Levántate y sueña!
Porque has dejado la habitación desordenada,
Tus uñas largas y la sonrisa en entre pecho y espalda.
Haz todo aquello que no haces por ser buena.
Ha llegado el día de dejar de buscarte en aceras.
Siempre ajenas.

¡Levántate y sueña!
Sueña con un mundo nuevo,
Que tú sola construyas,
Que tú sola padezcas.
Vive lo que te guste, mímate, consiéntete, desmelénate.

¡Levántate y sueña!
Porque quizá para nadie más que tú, seas una princesa.
Pero para ti, eres sincera, soñadora, impulsiva y tierna.

¡Levántate y sueña!
Porque un día más merece la pena.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Buenas noches caballero. Buenos días princesa.

- ¿Cómo saber a ciencia cierta cuando te has equivocado?

- Cuando estás plenamente convencido de que has fallado.

Si dudas, entonces, puede que no te hayas equivocado.


Y así se resolvió el misterio.


Gracias. Me has devuelto

la ilusión en tres encuentros.

Sólo tres han bastado

para resucitar aquello

que durante un largo

y espeso tiempo

creí enterrado y muerto.


Y te vas, como viniste.

Sin daño, lentamente hacia los tonos grises.

Conversaciones, mensajes de madrugada,

preguntas filosóficas pero sobre todo respuestas.

Hacía mucho tiempo que no encontraba

nadie capaz de responderlas y más aún,

que me topara con un ser cuyas respuestas 

me convencieran.


Y comencé a hablar de ti, sin darme cuenta.

Te fui haciendo un hueco en mi vida

cuando al principio no eras más que esa persona

que me hablaba y contaba cosas.

Poco a poco. O en tus propias palabras:

“Despacito y con buena letra”.



Buenas noches caballero. Buenos días princesa.

De ilusión se cargaron nuestras palabras,

de palabras se llenaron nuestros sueños.



Y luego, llegó ese momento.

Donde cruzamos la línea.

Ese sábado, empezamos a mirarnos más allá de vernos.

Y nos observamos como hemos seguido haciendo,

cada milímetro, cada gesto.



Tú has sido el ser que me ha llenado

de calor en este frío invierno.

Acá donde el olvido intenta invadir los recuerdos.

El héroe, que me ha salvado

de cualquier posible infierno.

El hombre que me ha traído a casa,

que ha curado mis heridas pasadas,

que me ha cogido la mano cuando más gélida estaba

y la ha besado, que me ha acurrucado entre sus brazos…

Me ha besado en los labios nada más verme.

Dos horas se ha pasado callado y mirándome entre tinieblas,

donde nadie nos veía, donde nadie nos buscaba.

Ha cenado, bañado en el mar, se ha montado en columpios…

todo ello conmigo porque simplemente él es genial.

Porque nos parecemos en algunas pequeñas cosas

o porque querría mi sonrisa provocar.

Se pone nervioso cuando le miro y me río.

Quien me lanza miradas desde su picardía

y de improviso me besa con toda la fuerza de la vida.

Responde a mis flores, aviones, caritas… 

Me dice guapa cuando anochece.

Me acoge todas las veces

entre sus brazos y me suelta pronto.

Es delicado y tierno aunque sabe chincharme

y hacerme de rabiar.

La madurez le acompaña, su paso

es firme y tiene sus ideales claros.

Gana batallas porque es fuerte,

porque lucha con ganas.

Es tenaz y constante. Incluso valiente.



Él es él y hoy me alejo, espero

que no para siempre. No por miedo

sino porque falta mucho por construir

y ahora mismo no sé si

él no sé si yo… no sé.



Mañana será otro día.

Tengo ilusión en que se quede todavía.

Pero me ha cogido la mano

para sacarme de las tinieblas que me envolvían

que no me dejaban ver, lo que había

al otro lado de esa vida.



Y hoy le doy las gracias

por esa maravilla.

Por nada más, por nada menos.

Por nada, por todo. Por ello.

Por ser el fármaco perfecto

para mi corazón perecedero.


martes, 8 de noviembre de 2011

8 noviembre

Lo siento.
Me he equivocado.
Mucho, quizá demasiado.
Pero no sé cómo arreglarlo.

Lo siento.
Lo siento por el daño.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Laberinto.

Y de repente,
todo lo entiendes.
Descubres la razón de la intemperie.
Te quedas, mas no para siempre.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Recuerdo.

Esta noche tu recuerdo se coló entre mis sábanas.
Me acarició el pelo, con una delicadeza soñada.
Cogió mi mano, con el respeto que quedaba.
Y la besó como nunca hizo en la realidad pasada.

Estabas.
Tal y como yo te recordaba.
Guapo. Más de lo que imaginaba.
Y tu mano rodeó mi cintura como en las tardes antañas.

Me apretaste muy fuerte contra tu pecho,
Y te confesé que tenía mucho miedo.
Miedo porque no eras tú quien me había arropado en invierno.
Porque no eras tú. Porque todo era distinto por completo.

Miedo porque me encontraba perdida ante lo ajeno.
Ahora, llegaban las consecuencias de mis hechos.
Todo era diferente. Ni mejor ni peor. Tremendamente nuevo.
Había una unión extraña entre los cuerpos.

Y no sabía qué hacer. No quería soltarme ya que viniste.
Tú me cogiste la mano. La apretaste fuerte y me dijiste
una frase que cambió todo: sé que eres valiente, no estés triste.
"¿Y si no es él?" Fue todo lo que te pregunté. Tú sólo sonreíste.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

!

-          ¿Piensas?
-          Sí.
-          Ya. ¿En qué?
Ella suelta una pequeña sonrisa,
pequeña y fugaz,
mientras su cuerpo se aleja
unos pasos del lugar
donde se hallaba apoyada.
Camina dejándole unos metros atrás.
Él la alcanza pronto.
Y continúan hablando de la vida.
Sin riesgos,
sin miedos.
Sin compromisos,
sin más anhelos
que ellos mismos.
Pasean y luego guardan silencio
cuando miran hacia el cielo.
Quien plagado está de estrellas.
Cuando todavía no ha llegado el invierno.
Ella despierta pronto de su ensimismamiento
y se muestra tan niña y certera
como es atravesando rieles de sueños.
Se adentra allá dentro,
donde los molinos nunca producen viento:
-          ¿Se puede pasar? – le pregunta él sorprendido.
-          No pone nada. – le responde pícara.
Ella toca, mira, siente y le inquiere señalando un tronco:
-          ¿Es de verdad? - él la observa.
Ambos tocan la aparente madera
y él contesta:
-          No.
Ella gira la cabeza
volviéndose a vislumbrar, a soñar
hacia el infinito mar de ideas,
que invaden lentamente su memoria,
ya perecedera.
Y cuando se da sobre sí misma la vuelta.
Él la besa.
La besa con fuerza.
La abraza con ganas.
Con todo el romanticismo
del instante mágico
que conlleva ese momento.
Porque desde el principio,
conseguía transformar el tiempo y el espacio
en un lugar deliciosamente escénico
para el encuentro de dos amantes nuevos.

martes, 1 de noviembre de 2011

8 de Septiembre. Lucentum.

Quién sabe, quizá podamos convertir este escrito
en un auténtico manuscrito
que conservar con el paso de los años o los siglos.
¿Te imaginas que alguien
doscientos años más tarde
cuando tú y yo estemos compartiendo
un suelo
en diferentes cementerios
lo valora por un segundo como una reliquia?

Escribo a pluma,
mi caligrafía es menos tensa, menos precisa.
Tiene una elegancia desconocida.
Las letras se tumban lentamente,
unas sobre otras, formando líneas continuas.
La pluma es azul, agua mar.
Verdaderamente bonita.
La compré ayer en un centro comercial
cuando todavía era de día. 
“Escribe con el corazón”
era lo que su anuncio decía,
así que espero no sea sólo cuestión de cuantía.
¡Ojalá pudiera escribir mi corazón
las palabras del alma mía!

La pluma me transporta al siglo diecinueve,
con una modernidad para ellos, indefinida.
Sin embargo,
hace muchos años
mojaban las plumas en la propia tinta
y escribían con ellas algunas de las obras
que leo en nuestros días
que conservan, a través de la pluma la morriña
de la antigüedad perdida.
Y como pluma me hace más libre.
Se mueve rápida y dibuja palabras bellas.
Tienen más pose, más elegancia.
Recuerdan más a la poesía.
No pretendo hacer de la pluma teorías.
 Así que volveré al asunto de esta carta mía.
 Una ilusión me persigue
cuando por la ventana entra el frío otoñal
en este mes de septiembre
más veraniego por las fechas
que el propio verano.
Me atrae ciertamente.
Está siendo,
sin ni siquiera saberlo,
una ilusión que derrite las corazas del hielo.
Él llega y me habla
de cualquier asunto sin importancia,
sin precisar fechas, sin buscar nada.
Y de esa forma: guarda la calma.
Es claro, directo.
Tiene cara de niño bueno.
¿Es que acaso yo no la tengo?
Me ilusiono sola.
A veces me canso
de esta ilusión loca
sobre todo cuando él me abandona
o cuando aparece y se marcha sin demora.
Pero otras…
tengo ganas de abrazarlo
aunque nunca lo haya hecho
aunque puede que nunca llegue a hacerlo
mas imagino sus brazos rodeando mi cuerpo. 
Le imagino calmado sin estar tenso
y sé que es imposible lo nuestro.
Porque me verá como una niña o eso pienso,
que para él no seré más que un dulce entretenimiento,
para su boca tan sólo un caramelo
y no llegaré a formar parte de sus sueños.

Me paro pero ya no tiemblo.
¿Y qué si no es amor verdadero?
Da igual mi ilusión es fuerte
va a dejarle que él intente conocerme
y si quiere,
que me conozca más allá del presente.
Hay algo en mí
que me impulsa a confiar en él
y sé muy ingenuamente
que si quisiera verme
le vería
porque me tiene
esperando, ilusionada como una niña
y sé también
que si no lo dijera
seguiría con mi vida
y lograría gustosamente: ser su amiga.