Anoche me acunó la luna
le pregunté por ti
y me dijo que no estaba segura.
Me contó con voz baja
que entre tus sábanas
alejabas
mi recuerdo con otras damas.
Su voz se volvió tenue
Y con un pañuelo entre los dientes.
Me pidió que te olvidara
Que dejara
Para siempre para…
Ti la esperanza
Pero que ante todo: de ella
De la fe ciega
Que en ti conservaba:
Que de ella… me alejara.
Después de derramar la sangre
De mis venas anhelantes
Esparcí el poco llanto
Que como un manto
Quedaba en mis entrañas
Y comencé una carta.
La escribí a base de lágrimas
Sin ningún tipo de rabia.
La luna, asombrada
A mí me acunaba.
Transcurrieron las horas pobladas
Y me depositó ante la realidad vaga
Con el guiño de una pestaña
Sobre la luz del sol que fuerte me forjaba.
…
A la noche siguiente
Siguió el rito de pasar a recogerme
Me descubrió un poco más fuerte
Con un sueño en la frente
Y como arma la palabra valiente.
Me dijo
Que contigo
Nada había ocurrido
Que ya no recordaba lo vivido
Que en otros, nos habíamos convertido.
Y le pregunté de nuevo
Por ti mas no por tu lecho
Fue con ella con quien escribiendo
Me di cuenta de que prefería no saberlo.
Anoche me acunó la luna
Le pregunté por ti
Sabiendo lo lejos que estabas de mí
Como cada noche
Que tu recuerdo
Aparecía con el runruneo
Del motor de un coche
Pero ella seguía sin estar segura.
Anoche
La luna
No traía noticias tuyas.
Anoche,
Como cada noche…
Ella, no estaba segura.