Esta es mi despedida para ti, ser inalcanzable al que tanto amé y tanto quiero. He de decirte que el tiempo que pasamos juntos fue especial y maravilloso. Ahora te recuerdo con mucha estima y cariño. No hay nada que pueda decir de ti excesivamente negativo. Pasé contigo los mejores años que he vivido, fui feliz, aprendí del amor y crecí como persona a tu lado. Todo lo que puedo hacer es darte las gracias por todos los momentos que hemos compartido y pedirte que no me guardes rencor por haber decidido continuar mi vida sin ti porque el rencor arruinará nuestros corazones.
No puedo seguir permitiéndome el pensar en ti. La vida me ha dado otra oportunidad de ser feliz y me he decidido a aprovecharla, ya no puedo ni quiero echarme atrás. Me encantaría confesarte que realmente te amé, que te echo mucho de menos como persona en mi vida y que a veces, pocas, no consigo olvidar determinados momentos de los que pasamos juntos porque mi vida es distinta sin ti. Sin embargo, hace tiempo aprendí que distinta no tenía por qué ser peor ni mejor simplemente diferente. Me apena mucho pensar que llevamos vidas completamente separadas y que no tienes la más mínima intención de volver a formar parte de mi vida, por lo cual no puedo más que decirte lo mucho que lo siento.
Quizá no te consuele saber que no llego todavía a comprender del todo el porqué ni yo misma. Sucedió porque estábamos condenados a no ser, por ser demasiado iguales, demasiado perfectos o porque tuvieras tú razón y me asusté. Lo único que está claro es que es una decisión que no tiene marcha atrás ni querríamos ninguno que la tuviera. A veces me planteo cómo estarás, qué estarás haciendo, si piensas en mí, cómo habría sido nuestra vida juntos... Esa vida que ya teníamos tan planeada y que algo en mi interior en un momento dado con los motivos que ya conocía me dijo que tenía que dejarte marchar o tal vez me dejaste marchar tú a mí; mis recuerdos no están claros al respecto.
Recuerdo la vez que nos encontramos, lo mal que me sentí después de todo lo que me dijiste y tu enfado respecto a mí, en el fondo tiene una gran belleza en mi memoria ese recuerdo dado que sólo se enfada, se lucha y se pelea por lo que verdaderamente importa y eso implica todo lo que nos hemos importado.
Han pasado no llega a tres meses y siento en mi interior que hayan pasado años. Fue una especie de liberación para ambos y ahora tengo un miedo atroz. Un miedo que ni tan siquiera tú entenderías conociéndome como me conoces o tal vez el problema fue que ya no conocías a la mujer en la que me he convertido, explicaciones posibles hay muchas.
Te echo de menos. Echo de menos que formes parte de mi vida y yo parte de la tuya. Es muy egoísta por mi parte tan siquiera insinuar esto, por eso mismo no te lo digo. Si te sirve soy feliz y me gustaría saber que tú también lo eres, que todo va bien y que recuerdas con cariño lo que vivimos. Mis manos están condenadas a tentarse a buscarte y escribirte pero son conscientes de que no deben hacerlo. Por eso las freno.
A partir de hoy intentaré no nombrarte y mandarte cada vez que te recuerde, buenos sentimientos procurando que seas feliz y que el día que nos veamos el destino decida qué hacer con nosotros. Ando buscando la fórmula que hasta hoy parezco haber encontrado de felicidad, soy feliz no me preguntes cuánto y procura no mirarme a los ojos por si descubres antes que yo que no lo soy del todo o que no tanto como podría serlo. Simplemente, soy feliz.
Mi alma seguirá echándote de menos pero mi boca la enmudecerá.
Sé muy feliz.
Te quiero.