"Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento."

Rubén Darío.

jueves, 14 de noviembre de 2013

14 N

Estimado Sr,

No sé muy bien qué decirle que ya no le haya dicho. Me siento muy perdida en este camino de nadie, muy insegura también pero eso es precisamente lo emocionante: nunca sabré cuál será el día que le veré por última vez, si mañana, en una semana, en un mes, en un año... No lo sé. Eso es lo que lo vuelve excitante, divertido, seductor y atractivo hasta la médula. Ese vaivén suyo de sorprenderme cuando menos lo espero e ignorarme cuando más le espero.

jueves, 7 de noviembre de 2013

08:00

Aparentemente un día como cualquier otro. Levantarte un día por la mañana, coger lo primero que pillo para vestirme, desayunar lo que todas las mañanas desayuno, arreglarme lo justo y encaminarme para el metro. Ponerme los cascos, salir hacia el metro y encaminarme hacia la universidad. Ir hablando contigo hasta que me he quedado sin cobertura en apenas una parada y tú ya habías cogido el coche para encaminarte a urgencias, sin yo saberlo. Hacer el transbordo de la línea dos a la seis, meterme en el metro mientras pienso en por qué no me escribes, escribir por whatsapp y toparse mi sonrisa con la de un desconocido, con un desconocido que durante apenas diez minutos, no para de sonreírme... Con el mismo desconocido que minutos después que me da una tarjeta al bajarse, con su nombre, su correo electrónico y su móvil. Esperando que le hable y sin saber el porqué, te acabo hablando para saber exactamente qué quieres cuando te presentas sin presentarte y preguntarme: "¿Quién persigue esa sonrisa tan bonita?". Decirme, algo de lo más bonito que me han dicho nunca. La vida es, sin duda, una gran sorpresa y hoy tú también has sido causa de mi sonrisa.

sábado, 2 de noviembre de 2013

00:50

Pretendía ser todo aquello que pensaba que tú eras para mí. Quería ser tu alegría en los momentos de tristeza, quería compartir tus preocupaciones, tus miedos, tus dudas, tus llantos como tú habías compartido los míos. Intentaba con todas mis fuerzas llenar tus vacíos emocionales, preocuparme por ti incluso más que por mí en ocasiones. Quería compartir mi vida entera contigo y darte un lugar privilegiado como nunca nadie te había dado. Quería tantas cosas que no fui capaz de ver que tú no querías lo mismo y que para ti mi vida no valía más que ninguna otra, que mi papel en la tuya era reemplazable, compatible con otros... Probablemente incluso, no me necesitaras ni una mínima parte de lo que yo te había agradecido y necesitado. Me di cuenta en ese instante de que no era única, ni especial, ni llenaba ningún vacío, que un desconocido o una desconocida podría perfectamente suplir mi cariño, mi apoyo, mi respeto y mi amor. Caí en que todo el amor que proyectaba hacia ti era unidireccional y que tú eras un tú proyectado en miles de personas con las que compartía mi vida: para ninguna de ellas era imprescindible o irremplazable y fue entonces cuando empecé a preguntarme quiénes eran aquellos con los que compartía mi vida.