No me preguntes cómo, acabé así.
Con esa tremenda necesidad de ti.
Te veía una hora y pasaba sin ser capaz
De olvidar tu rostro ni tu palabra
Al menos, otros dos días que parecían mil.
Y me despertaba sonriendo,
Me acostaba soñando.
Mi corazón estaba latiendo
Y era a ti a quien andaba añorando.
Hablaba contigo a todas horas,
Pero todas esas horas me parecían pocas.
Pocas para las que faltaban para verte,
Pocas, para por una vez más: tenerte.
Habían cobrado significado las promesas,
Los juegos de niños, las niñerías a secas,
Los piques y las tonterías cientas,
Nuestras conversaciones a medias…
Y me despertaba sonriendo,
Me acostaba soñando.
Mi corazón estaba latiendo
Y era a ti a quien andaba añorando.
Despertarme con poesía,
Pensar en ti una y mil veces al día.
Atraparnos en calles sin salida
Y perder la cabeza, esta cabeza mía.