Y desde aquí
no puedo ver qué nos pasa.
Corre,
la puerta sigue estancada
y nos deja el hueco exacto
para dejarla entornada.
Baja la cabeza.
No te pares.
No pienses.
No hables.
No reacciones.
Sigamos así,
en medio de un millón de emociones.
Como si nada cambiara
como si fuéramos capaces
de conseguir que el todo fuera la nada.
Un sueño,
una palabra,
un beso,
un abrazo en invierno...
Como si un imposible,
nunca fuera a cumplirse.