Y las lágrimas, no. Mejor no hablemos de ellas
Quienes caprichosas se asomaban a mis ojos
Con las palabras que leían en tus huellas,
Con esos rastros que anunciaban todo menos tu vuelta.
Una noche más, me encontré con tus palabras, con mis ojos,
Con el tú de mis historias, con el tú de mis sollozos.
Daba igual, tenía un sentido
Que hasta entonces no había visto.