"Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento."

Rubén Darío.

sábado, 18 de febrero de 2012

Sátira.

Nunca fuimos personas de grandes sátiras.
No. Nunca las fuimos.

No fuimos de aquellos que utilizan las palabras,
Para lanzárselas como bombas, en plena cara.
No. Nunca fuimos esa clase de personas, de alimañas.

Sin embargo, míranos ahora. Míranos.
Hablándonos como si en cada suspiro disparáramos armas
Y el folio constituyera nuestro campo de batalla.

Y no quiero hablarte,
ni escribirte, ni refugiarme,
ni quererte, ni odiarte.

Ya no quiero hablarte.
A través de tus palabras sólo consigo alejarme,
así que no: ya no quiero escucharte.

Porque ayer, como tantas otras veces
Tú no estabas. Tu mano no me levantó,
No me salvó de mi hendidura, ni del lodo.

Lo triste, no es que creyera que te necesitaba
Sino que me di cuenta de que entre nosotros sólo quedan sátiras.

viernes, 17 de febrero de 2012

Bohemia.

Cuando el mundo te da un revés
Y nada entiendes.
Tú no estás, como nunca, como siempre.

Y París,
Cambió en el Sena su azul por gris.
Se convirtió nuestro universo
En un lugar de blanco y negro
Donde nada era igual, no era nuestro.

Y quise romper fotos,
Quemar mis lágrimas
Aprovecharlas para asfixiar nuestras almas
Y alegar que era por el ozono,
Por el día de mañana.

Y no pude hacerlo
Me estaba reconstruyendo
Me había caído y tú seguías haciendo
La nada en ese momento.
Me caía y tu mano se dirigía a la tumba de cemento
Donde caían poco a poco mis dueños.

Y tú estabas lejos.
Mientras rozaba el infierno.
Y tú, cuando mi corazón pedía tu cuerpo
Nunca estabas, ni estuviste ni estarías para salvarme de ello.

jueves, 9 de febrero de 2012

Papeles arrugados de un cajón (II)


Sábado.
12 de marzo
De este mismo año:
Te amo.
Cinco letras que me han destrozado
Al saber que no las has pronunciado
Que están impresas en un pasado,
Ahora ya, perdiendo su significado.

Papeles arrugados de un cajón (I)


Y las lágrimas, no. Mejor no hablemos de ellas
Quienes caprichosas se asomaban a mis ojos
Con las palabras que leían en tus huellas,
Con esos rastros que anunciaban todo menos tu vuelta.
Una noche más, me encontré con tus palabras, con mis ojos,
Con el tú de mis historias, con el tú de mis sollozos.
Daba igual, tenía un sentido
Que hasta entonces no había visto.

sábado, 4 de febrero de 2012

2258


¿Y si el amor 
no existe y es sólo química?
¿Y si la química
nunca es química y es amor?